viernes, 17 de julio de 2009
PRIMERAS CARICIAS
No puedo sino recordarte con un inmenso cariño y una ternura infinita; recordarnos a las dos, a aquellas niñas dispuestas a todo que éramos.
Nos sentamos detrás de la valla del colegio, donde la ciudad se acaba y con todo el campo delante de nosotras. Las dos muy tiesas, con las espaldas pegadas a la pared de ladrillo, mirando al paisaje inacabable y en silencio. Hasta que te volviste a mi, acercaste tu cara a la mía, me besaste en la mejilla y después apretaste tu boca contra mi mejilla al tiempo que murmuraste: "¡Como te quiero! Y ese contacto de tu piel en mi piel y esa palabra apenas murmurada, que no hizo más que rozarme levemente, me hinchó una inmensa bola de aire en el estómago que me mantuvo allí clavada hasta que te separaste, te levantaste y echaste a correr.
Yo me quedé allí sentada todavía un buen rato, pletórica de felicidad, llena de algo que no sabría ni aún ahora describir, quizá ilusión por el futuro, un futuro en el que, sin lugar a dudas, íbamos a estar juntas tú y yo.
Después entré en el colegio y por primera vez sentí tristeza por no poder contarle lo que me había pasado a mis amigas, a todo el mundo.
Después de aquello nos consideramos novias, pero eso sólo quería decir que pasábamos los recreos juntas y que íbamos juntas, a la salida del colegio, hasta la parada del autobús.
Aún nos costaba mucho hablar, nos contábamos pocas cosas y yo creo que era porque lo único que queríamos era besarnos y no encontrábamos el momento ni el lugar.
La Semana Santa delaño 1978 fuimos al pueblo de tus abuelos, y allí por primera vez, sin más adultos a la vista que unos tranquilos y despreocupados ancianos, pasamos una semana entera aprendiendo nuestros cuerpos.
Claro que entonces no había películas ni lesbianas en ninguna parte y no teníamos ni idea de qué hacer con ellos. Por eso nos besábamos mucho, durante horas y nuestras manos acariciaban la piel debajo de la ropa, pero no íbamos más allá, la verdad es que nunca nos atrevimos a bajar por debajo del ombligo; eso era territorio vedado.
No hubieramos sabido qué hacer ni cómo.
Y no lo siento, no siento que no nos atrevieramos a tener una sexualidad adulta, porque no éramos adultas y porque besarnos y acariciarnos durante horas nos proporcionaba un placer infinito y no sentíamos que nos faltara nada.
A veces pienso que las chicas -y los chicos de ahora- van demasiado deprisa y que se pierden las caricias que no tienen otro objetivo que el de levantar la piel a su paso, que no quieren provocar otra sensación que la que ofrecen, un placer sensual que va poco a poco a más; muy poco a poco.
Recuerdo cuando me dijiste que te gustaba que pasara mi mano por el interior de tus muslos y cuando yo te dije que me besaras la nuca. Recuerdo las tardes metidas en tu habitación,en la penumbra, y como cogías mi mano y me besabas en la palma y después subías hasta el codo y a mi la habitación se me descomponía en puntitos de luz que se metían dentro del cuerpo y me hacían cosquillas debajo de la piel.
El curso siguiente dejamos de vernos porque tu familia se fue a La Coruña y aunque prometimos esribirnos cada semana no lo hicimos; sólo recibí dos cartas tuyas en las que parecías feliz.
(Del libro: "Primeras Caricias", de Beatriz Gimeno)
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Manos, caricias, besos... mucho tuve que esperar para mi verdadera primera vez. Ahora me encanta leer historias de chicas
ResponderEliminarWAPISIMA!PUES SOY DE VALENCIA ASIK M PILLO MERCADOS POR LA COMUNIDAD, KE ENANTO ESO DE VVENDER TUS COSITAAAS A LA GENTE Y QUE ENCANTO LLEVA EL ESTAR EN UN MEDIEVAL!€
ResponderEliminarQué tierno!!! Como ya te dije una vez, da igual a quien quieras, lo realmente importante es quererse; da igual a un hombre, a una mujer.... a quien sea
ResponderEliminarUn beso y como ya te he dicho mil gracias por la confianza; yo también te quiero